- Marcel, gracias por darme la mejor noche de toda mi vida.
- Gracias a ti por perdonarme y nunca irte de mi lado. Aunque fui un idiota tú seguiste ahí, y ahora te voy a recompensar.
- Me encantan tus recompensas. - lo besaste. Fue un beso corto pero recomfortante.
Entonces decidisteis que era hora de ir a dormir ya que al día siguiente atracabais en una playa francesa e ibais a ir a ver la ciudad. Se apoyó en la almohada y tu en su pecho. Y fue así como os quedasteis durante toda la noche.
**
Ocho de la mañana. Te despertaste sola. Miraste el reloj. Te apoyaste en el cabecero de la cama. Marcel no estaba, ni en el baño. Había recogido su ropa.
*toc, toc*
- ¿Quién es?
- Yo.
- ¿Quién es yo?
- Tu novio.
- Pasa - sonreíste.
Entró por la puerta con una bandeja llena de comida. Se había vestido y peinado. Igual de guapo que siempre. Pasó a tu habitación y dejó lo que se iba a convertir en tu desayuno.
- Buenos días preciosa. - se acercó a ti para besaros. - Despierta ya que hoy te tienes que comer el mundo con esa sonrisa, porque de comerte, ya me encargo yo.
- ¡Me encanta! Esto es perfecto.Se sentó en la cama y puso la bandeja sobre tus piernas. Tenía todo una pinta muy buena. Había dos tazas y una cafetera, dos platos repletos de comida y unas servilletas. Ibais a desayunar los dos juntos en tu cama.
Cuando terminasteis eran las ocho y media. Entraste al baño para cambiarte, el bikini, un short y una camiseta corta de tirantes. Al moverte notabas algo de dolor en tu zona. Cuando te estabas abrochando la parte de arriba del bikini te diste cuenta de que era nuevo y debías apretarlo más porque te estaba grande. No tenías otra opción.
- Marcel, - le llamaste. - ¿Puedes venir?
- ¿Qué ocurre? - saliste del baño con las manos en las tiras.
- Aprietame esto. - te diste la vuelta. Cogió las tiras y apartaste el pelo de tu espalda.
- ¿Y si no lo hago?
- Pues... Todos verán lo que es tuyo.
- Vale, me has convencido.
Término de ayudarte. Te ibas a ir cuando sus manos te rodearon por la cintura y te juntaron a Marcel. Entonces notaste unos labios posarse en tu cuello. Empezó a darte besos por esa zona, cuello, hombros y espalda.
- Ya por favor, que me excito y ahora no.
- Pero, ¿por qué no?
- Quiero ir a la playa.
Te pusiste la camiseta, guardaste una toalla, crema, el móvil, la llave de la habitación y dinero. Salisteis de tu camarote y os dirigisteis al punto de encuentro con los profesores y chicos de vuestra clase. Y, a la playa.
Más o menos así fueron todos los días que pasasteis en el barco. Las demás noches cada uno durmió en su propia cama pero pasabais el día juntos. Tú no querías que llegara el día de volver, conocías demasiado bien a tus padres como para saber que te iban a decir que no podías tener novio.Pero, naturalmente, el día llegó.
Marcel y tú volvíais a vuestra casa juntos. Tenías que pensar cuando se lo ibas a decir a tus padres, ¿ahora? No. ¿Cuando se instalara en tu edificio? No, era muy tarde ya que se quedaba por ti. ¿Entonces cuándo? ¿Y cómo reaccionarían? ¿Y si no os dejan estar juntos?
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